30 de octubre de 2008

Cuando las ordenes viajan por correo electrónico

Hoy recibí un correo en la oficina, el mensaje era escueto, pero muy efectivo. Quiero que vayas al aseo y te azotes con la palma de la mano, no me importa que te oigan, quiero que te des bien fuerte.Mi corazón dio un vuelco, hacia mucho que mi Dueña no me ordenaba algo tan taxativo en el trabajo.

No dudé en absoluto, y me dirigí al aseo de la oficia, pero según iba hacia el, me entró una pequeña desazón, y si me oían, y si el otro estaba ocupado; pero a pesar de las dudas no dudé ni un momento; por suerte para mi, cuando llegue a los aseos no había nadie, entre en uno de ellos, cerré la puerta, y procedí a obedecer sus ordenes, bajé mi pantalón, y comencé a dar una serie de fuertes cachetes sobre mis posaderas, la verdad es que nunca me había azotado yo mismo, fue extraña la sensación, pero obedecí sus ordenes.


Me subí los pantalones, y salí de los mismos, continuaba sin haber nadie, luego me fui cruzando con compañeros, mi cara estaba roja, no sabía si alguien había escuchado o no mi auto infligido castigo, pero a un tiempo estaba orgulloso, había obedecido sin rechistar a distancia y sin un ápice de duda, supongo que ella estaría contenta de cómo cumplí sus ordenes.

Al sentarme en mi sitio, me volví a encontrar con otro mensaje, parecía que me estuviese espiando o esperando mi llegada.

No dudo que habrás ejecutado mis ordenes, pero seguro no habrán sido lo suficientemente fuertes como para que te escucharan, cuando llegues a casa te vas a enterar, te voy a introducir la bola metálica de medio kilo de un golpe en tu ano y te lo voy a reventar.

Al llegar a casa, mi pregunto si la había obedecido, yo le dije que si, y me pregunto como habían sido de fuertes, y allí mismo me hizo darme uno para comprobar cual fuertes y sonoros fueron los cachetes, intenté reproducirlo lo mejor y más exactamente posible, pero no quedó satisfecha.

Después de comer y cuando tome el café, te voy a reventar ese culo, así la próxima vez cumplir mucho mejor mis órdenes.

Nada más comer recogí la cocina y le preparé un café, lo lleve al comedor mientras ella esperaba, me ordenó ir a por su instrumento de tortura, yo obediente una vez más así lo hice, al volver ante su presencia, dejé que el pantalón cayese sobre el suelo y me puse a cuatro a cuatro patas, y desnudo ya mi trasero abrí mis nalgas y facilite el acceso , en un primer momento introdujo sus dedos en mi ano, y casi llego a tener la mano en mi interior pero de pronto y de un solo envite abrió mi esfínter sin contemplación con el acero inmisericorde que introdujo en mi ano, como recordatorio de quien manda y de cómo debe ser la forma correcta de ejecutar sus órdenes.

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