19 de septiembre de 2008

Negación del orgasmo

Hasta hace dos días me estaba permitido disfrutar de orgasmos, pero volvió a la carga.

Durante casi un par de años, tan solo he tenido orgasmos cuando, como y donde ella ha querido, hace mes y medio me dio carta blanca, supongo que por los problemas de salud, durante ese periodo ni he tenido que rogar, ni pedir, si suplicar un orgasmo, me estaba permitido todo, incluso la consolación onanística, pero ese periodo de gracia ya terminó.

Ella es una amante del control de los orgasmos, supongo que lo encuentra algo especial, es una forma de prolongar su dominio sobre mi ser, de conseguir centrar mi atención sobre ella y nadie más, de someter mi necesidad a su autoridad femenina.

La práctica comenzó suavemente casi con ternura diría yo, pero poco a poco fue aumentando, tanto la presión del control como distanciando el goce de los orgasmos, llegando hasta los 20 días ( sí, llevaba la cuenta, que remedio).

De vez en cuando incluso llega a torturarme un poco más, comienza a masturbarme y cuando estoy al borde de un orgasmo frena en seco, azuzándome de esta forma a ser más obediente, más sumiso.

Tiene una pequeña tortura, me tumba sobre la cama y me dice, hoy y ahora vas a tener un orgasmo, te voy a masturbar varias veces y una de ellas será recompensada con un orgasmo... pero no se cuando será…juegas… Digo sí, por supuesto, estoy ansioso, comienza a jugar sobre mi pene y a masturbarme, cuando estoy al borde del orgasmo para en seco y me deja descansar un rato y vuelve a preguntarme. ¿Quieres volver a intentarlo? Mi ansias de orgasmo dicen sí, en la esperanza de que sea el momento de recibirlo, repite el proceso de masturbación…. y el juego prosigue, tan solo una vez me lo ha concedido, y fue a la sexta vez. Normalmente a la octava vez cedo, no resisto más y sucumbo, pueden más sus fuerzas que mi deseo, y mi pene queda dolorido durante un buen tiempo. La verdad es que consigue que cada vez la adore más.

Mi mente, según pasan los días desde la última vez, se centra cada vez más en ella, noto como la atiendo más, como la cuido y mimo con mayor fervor. Mi pene entra en erección nada más oír su voz, nada más verla, consigue con el más mínimo roce sobre mi cuerpo llevarme a cotas cercanas a un paroxismo extremo.

Cuando decide hacerme el amor, he de preguntar si me esta permitido gozar o no, y ella decide; en un primer momento me permitía disfurtar del orgasmo al tiempo que ella, pero cada vez, con más frecuencia me es negado. La primera ve fue extraño, ella obtuvo un orgasmo largo y placentero, gozó como pocas veces, creo que desde ese momento y viendo el éxtasis que obtuvo decidió hacerlo más a menudo.

¿Y yo? Es extraño, pero también gocé, de otra forma pero goce, goce dando mi entrega, ofreciéndome por completo a ella, fue una sensación extrañísima y completamente nueva. No fue frustrante, diría yo más bien que dulcemente sádica, se que ella va a disfrutar más, por eso en cada entrega me ofrezco con más ardor y pasión para que su placer sea cada vez de mejor calidad; ¡y sí!, se que cada vez me los negará con más asiduidad, pero no me importa, mi única meta es su placer, y en su placer encontraré yo el mío.

Solo sé que la busco con más ahinco, que cada minuto que paso sin ella mi mente solo hace que pensar en servirla, adorarla, complacerla y hacer que su vida sea lo más fácil posible, en la espera que su generosidad me conceda en un momento dado el ansiado orgasmo.

Y ahora. ¿Cuando llegará el próximo?

1 comentario:

Lluís dijo...

Sin duda la castidad es una buena herramienta para que una Ama goce de toda nuestra atención. Nos hace mas serviles y atentos, y algo cambia en nuestro interior cuando sustituimos nuestro placer por el de ella. Gozamos con el placer de ella, pero no de una manera física, sino de forma espiritual, diría yo.

Saludos

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