15 de abril de 2010

De otra forma de amor



Cuando ves esta foto, tan solo caben dos reacciones:

Están locos, son de psiquiatra y hay que encerrarlos.

O, ves entrega, placer, dolor, sensaciones intensas y fuertes lazos de unión.

Es difícil explicar a alguien no iniciado que se siente en una sesión de azotes, en un primer momento simplemente se supone que puede ser algo salvaje, tremendo, horroroso. 



¿Como alguien puede dejarse azotar de semejante forma?¿Como alguien puede disfrutar fustigando de tal modo?

Y la verdad es que se trata de una acto especial, el sumiso se ofrece a su AMA y esta a su vez realiza un uso intimo de su sumiso.

Existe una entrega incondicional, me entrego a ella, puesto es que su deseo, puesto que es su placer, puesto que desea que porte sus marcas, que sienta su dominio, su poder, su superioridad femenina, y en nuestro caso nuestro el amor forma parte de ello. 

En cada azote, en cada marca que la fusta deja en mi piel, siento su amor, según avanza, noto entones su entrega, noto como se concentra en la sesión, como cada azote; cada varazo tiene su sentido y ubicación, nada es al azar, estudia donde debe descargar con más o menos fuerza, donde quiere que las marcas permanezcan más tiempo, donde desea que sean más intensas.

En un momento dado los dos nos abandonamos a nuestros sentimientos y sensaciones, me abandono a sus azotes, me abandono al dolor sensual que me provoca; me abandono a sus amantes manos de AMA y SEÑORA;  y ella se abandona a ese cúmulo de emociones que fluyen por su cerebro, al placer simple y llano de la dominación, de la posesión, de sentirse Domina y amante, se abandona al extraño placer que provoca su fusta en ambos.

Y entonces, solo entonces, no se oyen gemidos ni gimoteos, tan solo ese encantador y maravilloso zumbido de una fusta rasgando el aire para depositarse en mi piel.


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