30 de septiembre de 2008

El Arnes




Cuando ella usa el arnés, se transforma.

Su dominio, su porte aumenta, cuando toma su pene de látex y con el se dirige hacia mí impasible e imperturbable, sabe que me va a romper, sabe que me va a poseer, sabe que el dominio que va a ejercer será total, sabe que me entregaré por completo a ella, que me postraré sumiso y deseoso a ser tomado, penetrado y golpeado sintiendo toda su fuerza, toda su fiereza.

Lo hincará enérgicamente de un solo golpe si mi ano se lo permite, y si no lo obligará a ello, los primeros envites serán fuertes y secos, es su momento; me doblegará, me someterá a su voluntad, disfrutará de la resistencia que el esfínter le presenta, su meta es derrotarlo, poco a poco sus movimientos irán cambiando, mientras presencio como mero espectador esa lucha, primero llegará una sensación de estar lleno por completo, de cómo parece que todo va a explotar, y que parece imposible que aquello pueda acceder a mi interior.




Pero ELLA lo consigue, y mi ano al final derrotado se entrega a su Dueña, se somete a su voluntad y entonces, solo entonces cuando la dilatación es total, cuando toda resistencia ha sido vencida, como premio ella vuelve a cabalgar sobre grupa, pero ahora se que es mi placer el que busca, un placer que tan solo ELLA sabe dar, que tan solo ELLA sabe proporcionar, y yo me abandono, me abandono a sus manos, a los movimiento de su pelvis que se reproducen en mi interior, me abandono a ella y al goce que me ofrece, recibiéndolo con humildad e infinita gratitud.

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