10 de noviembre de 2008


- Toma – me dijo.
Y en ese acto me hizo entrega de una hucha. Debió ver mi cara perpleja ante ese regalo.
- A partir de ahora, las sisas, la pequeña calderilla será depositada en esa hucha, y cuando este llena haremos buen uso de ella.


-¿Uso, cual uso?
Con una risa sardónica y maquiavélica me dijo.
-Será el dinero con el cual adquiriré tu cinturón de castidad y otros juguetitos de usos varios.

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