Dostoyevski,
dijo en un libro suyo: “Intente imponerse la tarea de no pensar en un
oso polar y verá al condenado animal a cada minuto”.
En
un estudio de una universidad estadounidense comprobaron lo correcto de
tal afirmación, el intento de reprimir ciertos pensamientos nos llevan a
ocuparnos del tema que intentamos reprimir, y los pensamiento e ideas
son como el agua, puedes contenerlos en un recipiente, pero llega un
momento en que estos lo sobrepasan e inundan todo lo que hay a su
alrededor.
Y yo estoy en la fase de no pienses en un oso blanco que está a punto de desbordarse.
Mi ama me castigo a algo muy simple , no tocarme los genitales
durante el tiempo que ella estime oportuno, tan sólo ella es la que
puede hacer uso de ese privilegio, a mi me esta absolutamente vetado
para que esta forma no olvide quien es la propietaria de mi sexualidad.
Y he de decir que es complicado, ya no solo el ir al baño o el
vestirse, ni qué decir de ducharse. Para darle un poco más de emoción,
no me permite llevar ropa interior, con lo cual todo esta en perfecto
“desorden”.
Y he aquí mi oso blanco, no puedo dejar de sentir que no puedo tocar
mi pene, voy a ir al baño... EHHHH no se toca; estoy incómodo por la
posición... EHHHH no se toca, tienes una erección... EHHHH no se toca.
Parece una tortura simple, pero no lo es, doy fé de ello. Como casi
siempre lo sencillo suele ser lo más efectivo. Porque ahora estoy
pensando en que no puedo tocarme porque me porté mal cada dos por tres; y
he descubierto la cantidad de veces que un hombre nos llegamos a tocar a
lo largo de un día ...”seremos cochinos”, así como la “angustia” y
desazón que puede llegar a causar el hecho de no poder hacer ese acto
tan natural y satisfactorio para nosotros.
Y si, creo que he aprendido la lección, que el uso de mis genitales es
exclusividad de mi AMA, y que cualquier libertad que me tome por mi
cuenta será severamente castigada.
Esto... estoy pensado en un oso blanco....ya me entendéis.
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